Usuario invitado
23 de octubre de 2021
El hotel es impresionante, la ubicación, el entorno, las vistas (se puede ver la isla de Curieuse, que esta justo delante). Las villas son de otro mundo, una cama gigantesca, y todas las facilidades que nos pudimos imaginar, ducha interior y exterior, bañera, piscina, zona chill out, mini bar, etc. El personal muy amable y servicial, el desplazamiento dentro del hotel puede hacerse en buggy. Las comidas buenísimas, mucha variedad y calidad. Estamos encantados, si volvemos a Praslin, sin duda, volveremos al Raffles