Usuario invitado
1 de septiembre de 2022
Un 4 estrellas en Portugal no es igual que en España, eso ya lo sabíamos cuando viajamos. Personal correcto y educado, nos faltó algo más de amabilidad en el trato. Salvo algún empleado el resto son corteses en su justa medida. El buffet calidad bien, variedad la justa. No son espléndidos y se echan en falta algunos platos más en la carta. El bar de la piscina tiene una variedad aceptable de bebidas y combinados, pero sin aperitivos. El snack, lo tradicional, hamburguesa, perrito caliente y poco más, pero abren dos veces al día y está bien para picar entre horas. La zona de piscina y jardines muy buena y espaciosa, nos encantó. Lo mejor del hotel, sin duda. Para los niños hay piscina a parte con juegos. Las habitaciones son un poco antiguas, con llave tradicional y algo justas de tamaño, salvo el baño que es muy cómodo. Una manita de pintura vendría bien. Las hay con vista a la piscina y jardines y otras a la calle y aparcamiento, ojo con esto, porque hay mucha diferencia. Camas y almohadas cómodas. Limpieza muy bien. Animaciones en piscina, casi nada y para niños. Actuaciones nocturnas solo tres veces en semana. El bar para copas cierra a las 23h., la variedad de bebidas aquí, muy corta en el todo incluido ¡no había whisky! el gintonic con tónica de botella de 1 litro y marcas desconocidas. Una ginebra Rives se considera premium. La verdad es que los "todo-incluidos" cada vez van a menos en general y sobre todo en la cuestión bebidas. Lo peor de todo fue el horario de entrada (a las 15h), nos quedamos sin comer porque ya había cerrado el restaurante. Incomprensible, ya que no les cuesta tanto dejarte acceder al restaurante-buffet y luego ya entras en la habitación. Una sorpresa ¡no te ofrecen toallas de hotel!