Usuario invitado
21 de febrero de 2023
No me cabe duda de que el Hotel de Paris es el más lujoso de Montecarlo. He tenido la oportunidad de constatarlo. La habitación es muy cómoda y agradable. Sin embargo, hubo ciertos detalles que me impidieron disfrutar la experiencia a plenitud. Lamentablemente, nunca me sentí como en casa. Suelo viajar a menudo y quedarme en hoteles de lujo, y es muy importante para mí sentirme como en casa, sobre todo porque viajo solo. En el Hotel de Paris, no sentí ese ambiente cálido que siento en otros hoteles, a los que vuelvo felizmente varias veces todos los años. A veces tuve la impresión de que todo era fachada y decorado, lujo ostentoso pero vano. Hubo un momento en que me sentí realmente incómodo. Un día, pensaba que el desayuno duraba hasta las 11:00, como en la mayoría de los hoteles en que me quedo, y llegué a las 10:40. Para mi sorpresa, había cerrado a las 10:30, pero lo que de verdad me molestó fue la actitud de la señorita que me negó la entrada. Le rogué que me dejara comer algo rápido (el restaurante estaba lleno y mucha gente aún se servía del bufé). Con arrogancia y altivez, me sugirió que comprara algún dulce en el Bar Américain. Esto es algo que jamás esperaría de un hotel de cinco estrellas, y menos aún de la categoría del Hotel de Paris. Me sentí muy triste, poco valorado y molesto. Fui a la recepción y la recepcionista me sugirió muy amablemente que pidiera servicio a la habitación, incluido en mi tarifa. Pedí exactamente lo que pedía siempre en el restaurante. Y, para mi sorpresa, me cobraron 15 euros adicionales por un sobrecito de té, porque el desayuno americano solo incluye una bebida caliente y ya había pedido un espresso. En el restaurante podía pedir cuantas bebidas quisiese, pero no en la habitación, cuando tomé el desayuno en la habitación porque no me permitieron tomarlo en el restaurante. Me sentí muy molesto y esquilmado. Quince euros son nada en comparación con lo que cuesta una noche en el Hotel de Paris, pero el gesto es muy elocuente: la gota que colmó la copa en ese momento. Me sentí estafado. Todo lo contrario de sentirse en casa. Insisto: el problema no son los quince euros, sino lo que simboliza el gesto. (Por cierto, con ese dinero podía comprarme la caja de 50 bolsitas de té Dammann Frères. De los precios que facturan por cosas básicas, prefiero ni hablar...). Parecería que el Hotel de Paris no sabe lo que vale el dinero. Lo único positivo de la experiencia fue que descubrí que era mucho más agradable tomar el desayuno en la habitación que en el restaurante, donde el servicio era pésimo y la comida poco apetecible. A pesar de las estrellas Michelin, la comida no estaba a la altura ni del hotel ni del precio. Por lo general, suelo hacer todas las comidas en los hoteles en que me quedo. Lamentablemente, en el Hotel de Paris no daba gusto. No pude probar Le Louis XV, pero ni Le Grill ni el Café de Paris estuvieron a la altura de mis expectativas. Era comida mediocre, por no decir mala, servida entre mármoles y y